miércoles, 9 de diciembre de 2015

CLEOPATRA: EXPOSICIÓN DEL CANAL MADRID. La mujer de los ocho rostros.

                
Altes Museum. Foto de Louis le Grand 
 Si van a ver la exposición, se darán cuenta de que la cara de Cleopatra es todavía un misterio. Es extraño que se conserven tan pocas estatuas o retratos suyos a pesar de que gobernó el país del Nilo durante casi veinte años. Tal vez no se dejó retratar, o tal vez Augusto se encargó de borrar su huella en toda Alejandría, o tal vez, sus estatuas estén hundidas frente al Faro, o donde antes se hallaba el magnífico palacio de Loquias (que era el palacio de los Ptolomeos que ahora debe estar nadando con los peces).
Ella siguió la costumbre de los Ptolomeos, una doble representación: estatuas siguiendo la iconografía egipcia (para contentar al pueblo que vivía en los nomos), y en segundo lugar están las estatuas y monedas de pura tradición helenística (destinadas para los macedonios y griegos de Alejandría).
Para el viejo país del Nilo, se hizo retratar como la primera sacerdotisa de Isis, que era el papel que tenía la esposa del faraón. Un ejemplo muy hermoso y monumental puede verse en los pilonos del templo de  Dendera, donde Cleopatra aparece retratada con su hijo Cesarión
Cleopatra y Cesarión templo de Dendera
 Su rostro no es un retrato en sí, sino que se ajusta al canon de los bajo relieves egipcios (podría ser Cleopatra, Nefertari o una Hatshepsut sin barba)
 Sin embargo son más interesantes los retratos helenísticos de la reina, sobre todo aquellos que pasan por verdaderos, que son tres:
1.       La Cleopatra del Museo de Antigüedades de Berlín. Es la que aparece en la portada del blog y está en el Altes Museum.

2.       Busto del Museo del Vaticano- del cual en la exposición hay una copia, un vaciado en yeso, que pueden ver en la exposición al entrar. Se parece bastante a la foto de la portada del blog, salvo que no puede verse la nariz porque la ha perdido.

3.       Una Cleopatra de una colección particular de Londres.
No los busquen, por desgracia, ninguno de ellos forma parte de la exposición, sal vo la copia en yeso. Sin embargo la exposición del Canal ha reunido 8 bustos que asegura ser retratos de Cleopatra:
El primero es un retrato elaborado en piedra caliza que viene directamente del museo de Hermitage de San Petersburgo. Es una pequeña cabeza con bucles (parece una peluca) y con las cuencas de los ojos vacías, destinadas para unos ojos vidriados que se han perdido con el tiempo. Podría ser Cleopatra o cualquier otra reina Ptolemaica, por ejemplo a hermana mayor de Cleopatra, llamada Berenice, que se autoproclamó reina en el año 58 a.C. Lo extraño de este retrato es que no lleva el peinado de moda en ese momento, llamado “melón”. Pero podría ser ella, a las mujeres siempre nos ha gustado variar.
El segundo retrato es una hermosa cabeza que procede del museo de Brooklyn. De todos es el que tiene un óvalo más redondo pero tiene una expresión triste, tal vez debido a que las cuencas de sus ojos también están vacías. No coincide con la imagen de delgaducha que tenía Cleopatra, pero tal vez se hizo en una época de su vida que estaba más pletórica. Si es ella, hay que decir a su favor, que unos pocos quilos le sentaban muy bien.
Después nos encontramos con una vitrina que reúne en fila otros seis bustos de Cleopatra, que los organizadores dan por verdaderos, pero que no se parecen entre sí:
Cuatro de ellos son de François  Antonovich, el coleccionista de antigüedades francés y habitual de las subastas de arte de Christies. De estos, el mejor conservado es uno que lleva un tocado de plumas de buitre. Lo reconocerán porque Cleopatra tiene un rostro afiladísimo, con una barbilla muy picuda, y conserva una nariz que es delgada y muy larga. Si quieren que les diga la verdad, recuerda a esos retratos de la corte de Akenatón que parecen extraterrestres. Tal vez estemos ante el rostro de la degeneración de los Ptolomeos (una familia con más de doscientos años de incestuosos matrimonios entre hermanos, tiene que dejar algún huella). No olvidemos que Cleopatra también era hija de dos hermanos.
Luego está el busto de Eisenberg en el cual los labios son muy carnosos, muy al estilo de los retratos de Alejandro Magno. No se parece en nada a las esculturas de Antonovich, la barbilla no es tan afilada y además tiene unos saludables pómulos.
En ese mismo expositor está el busto de Cleopatra que pertenece a Clarence Day: conserva un poco la nariz, y pueden verse claramente los orificios, es una nariz aguileña, que parece coincidir con lo que decía de ella Plutarco. Por cierto, Marco Antonio también tenía esa famosa nariz aguileña.  
Pero si uno se quiere hacer una idea más precisa de cómo era Cleopatra, es mejor recurrir a las monedas. Hay una especialmente curiosa: por la cara Cleopatra y en la cruz Marco Antonio.
 La reina, que compartió con Antonio catorce años de su vida, le permitió aparecer en las monedas con ella. Supongo que pagó la acuñación, porque es conocido que ella financiaba tropas de Marco Antonio, como una banquera rica. En realidad, Antonio era un mantenido en aquella corte. La pareja tenía una magnífica simbiosis: Cleopatra le entretenía con borracheras y juergas y él aportaba las legiones que todavía le eran fieles y le otorgaba protección frente a las ambiciones de Octavio. Cleopatra ya sabía que no había hombre en la tierra que la odiase más que Octavio, entre otras cosas porque ella se había paseado por Roma con el hijo que había tenido con Julio César. Bueno, Cicerón tampoco la tenía simpatía, pero no llegaba al extremo de Octavio, que tenía motivos personales.
En la moneda que hay en la exposición del Canal, ella aparece con su diadema en la cabeza, que para los macedonios era el símbolo de la realeza. No podemos decir quién era más feo, Marco Antonio con su robusto cuello y papada, o Cleopatra, escuchimizada y muy poca cosa. No me puedo imaginar a esta reina presentándose en Tarsos a Marco Antonio con su traje de Afrodita (es decir desnuda), en una barca real con todo el boato del lujo asiático, remontando el río para impresionar a Marco Antonio, que por supuesto, cayó rendido a sus pies.
Si quieren ver otra de las monedas de Cleopatra, aquí se harán una idea mejor de cómo debió de ser la reina:
Cleopatra VII tetradrachm Syria mint» de PHGCOM - Own work by uploader, photographed at the British Museum
           Como el tema tiene miga, otro día hablaré de los amores de Cleopatra y Marco Antonio. En la exposición se habla muy poco de su romance, y eso que es una de las historia con más morbo de la antigüedad. No sé cómo Hollywood no ha hecho una serie de veinte capítulos sobre ellos, reúnen todo: poder, incestos, asesinatos, traiciones, sexo, lujo, borracheras, desmadres varios.
En la exposición también pueden ver los trajes de la magnífica película de Mankievicz protagonizada por Elizabeth Taylor. Nadie mejor que Mankievicz para crear el mito. Por cierto, un director muy habilidoso, porque hay que recordar que cuando se rodó Cleopatra, todavía Hollywood estaba bajo el código Hays (el código de censura que se practicó en Hollywood hasta finales de los 60). En la película Cleopatra parecía una santa al lado de lo que fue, incluso yo de pequeña quería ser como ella.
Nada más lejos de la realidad, de todos los escritores romanos, sólo Plutarco nos da una imagen amable de ella. Pero si leen a Suetonio, a Flavio Josefo, a Apiano, a Cicerón y a Diodoro Sículo, más que una mujer parecía una harpía. Les daré un aperitivo: asesinó a sus dos hermanos, hizo que Marco Antonio matase a su hermana menor, traicionó a Marco Antonio después de la batalla de Actium, trató a los judíos de Alejandría con crueldad, hizo matar a todos los nobles de Alejandría que se le opusieron, ordenó saqueos de riquezas para ornamentar su tumba, intentó seducir de forma rastrera a Octavio y a Herodes, probaba venenos con los esclavos, y un largo etc. de horrores. 

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