Cuenta Aristóteles por lo menos once reformas
constitucionales en Atenas en un período aproximado de dos siglos. Muchas de
ellas fueron para dar mayor poder al demos,
es decir al pueblo, y otras verdaderas dictaduras de oligarquías.
Las constituciones más importantes nos las relata
Aristóteles, gran conocedor de la política ateniense donde vivió varios años en
la ciudad como filósofo. Como sería muy largo referirme a todas ellas, un breve
resumen da muestra de cuáles fueron las más significativas:
La primera constitución es la llamada de Dracón, en
el año 621 a.C. del cual deriva a palabra draconiano,
porque casi todo se sancionaba con la muerte. Sin embargo tenía algunas cosas buenas,
por ejemplo: el Consejo de la ciudad era elegido a sorteo entre los ciudadanos
y si no iban a las sesiones se les imponía una multa según su nivel económico.
Como en esta constitución solo podían votar los que se pudiesen costear una
armadura de hoplita, las clases sociales más pobres se rebelaron y nació la
nueva constitución, la de Solón.
Solón hizo una gran reforma: abolió la esclavitud por
deudas, ya que hasta ahora si uno no podía pagar los préstamos lo hacía
esclavo. Además estableció que los cargos públicos fuesen elegidos por sorteo
entre los que se consideraban más aptos y su cargo sólo duraba un año.
Luego Atenas sufrió la tiranía de la familia Pisístrata
estableciendo ellos sus nuevas leyes hasta que fueron expulsados y Clístenes
estableció lo que conocemos como la verdadera democracia directa por primera
vez en el año 508 a.C.
Clístenes ideó un sofisticado sistema político, mucho más
complicado de lo que solemos pensar que es una democracia directa. Se amplió el
voto a todos los varones libres y los cargos más importantes, entre ellos los
diez estrategos, se eligieron por votación y el resto por sorteo. Restituyó el
“ostracismo”, es decir, los ciudadanos podían votar el destierro por diez años
de aquellos ciudadanos “excesivamente poderosos”, lo cual incluía a los sospechosos
de corrupción o los que tendían a la tiranía.
A partir de ahí nos encontramos las grandes reformas del
siglo de oro de la democracia, el s.V a.C, en las que participó Efialtes, por
cierto el único dirigente de la democracia ateniense asesinado por motivos
políticos. Y un capítulo especial merece Pericles, que estuvo veinticinco años
siendo elegido año tras año estratega de la ciudad hasta que se murió al inicio
de la Guerra del Peloponeso.
Al vencer los espartanos la guerra del Peloponeso,
impusieron sus duras condiciones en Atenas, una nueva constitución llamada de
los Cuatrocientos, que en realidad era un estado de sitio hasta que pudieron
volver a gozar de una nueva democracia.
Pero los atenienses aprendieron de las reformas, y eso
permitió que el s. IV a.C. gozase de un verdadero esplendor la democracia
ateniense.
Por desgracia, todo terminó cuando los griegos perdieron su
libertad en Queronea en el año 338 a.C. cuando Filipo II sometió a las polis
griegas y suspendió la democracia ateniense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario