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La Satí, pinturas realizadas por artistas indios para los británicos en la India se llaman Company paintings |
La primera vez que los antiguos griegos tuvieron
noticia del ritual de la “Satí” fue en plena guerra de los Diádocos en el año 319 a.C.
Se enfrentaban el ejército de Antígono el tuerto, general
de Alejandro Magno, con Eumenes de Caria, el secretario del rey macedonio. Se
peleaban por el dominio de las satrapías que formaban parte del imperio.
Ceteo, uno de los soldados indios que combatía con
Eumenes de Caria, falleció en la batalla. Ocurrió que cuando recogieron su
cuerpo para enterrarlo, se presentaron las
dos esposas indias y ante el asombro de los griegos, se pelearon para ver a cuál
de ellas le correspondía el honor de inmolarse con Ceteo en la pira funeraria.
El general Eumenes, tuvo que mediar en la disputa.
No daba crédito, las dos mujeres querían arrojarse al fuego, en un acto que a
los griegos les parecía una barbarie.
Entonces los indios le explicaron el origen del
ritual, la famosa “Satí”: antes en la India los esposos contraían matrimonio
libremente sin el consentimiento paterno; pero como no se podían divorciar de
forma honorable, se encontraban que muchos de estos matrimonios por amor
terminaban en disputas entre los cónyuges; las esposas terminaban deshaciéndose
de los maridos con envenenamientos. Para evitar los asesinatos, se estableció
la ley de la “Satí”, que obligaba a la esposa a morir en la pira funeraria con el
marido. Si no lo hacían, no se le permitía casarse de nuevo y se le excluía de
toda la vida religiosa de su sociedad.
Como ven, este es un relato muy machista, asume que
las únicas envenenadoras eran las malvadas esposas. Pero es que tiene una
explicación, la primera versión de la “Satí” nos llegó a occidente a través de
Diodoro Sículo, y ya se sabe que los griegos antiguos han sido siempre una de
las culturas más machistas de la humanidad.
Le explicaron al general griego, que de esta forma,
las esposas se afanaban en cuidar al marido para que viviese lo más posible.
Sólo se las perdonaba de morir con él, si
estaban embarazadas o si tenían hijos.
El problema es que el indio Ceteo había dejado dos
viudas, y la “Satí” solo obligaba a una a suicidarse en la pira funeraria. Se
preguntarán, qué hacían las dos esposas en un campamento griego, pero los
indios, igual que los persas y otras culturas orientales, acostumbraban a llevar
con la impedimenta, no sólo sus riquezas sino a sus esposas e hijos. Esta
costumbre no la tenían los griegos porque entre otras razones, si perdían la
batalla sus esposas e hijos pasarían a ser esclavos del ganador.
Las dos esposas reclamaban su derecho a morir, la
primera de ellas porque era un honor que debía tener la primera esposa, y la
segunda porque desveló que la primera estaba embarazada y correspondía a ella
el derecho. Trajeron a un experto en embarazos y confirmaron que en efecto la
primera esperaba un hijo. Así que la segunda, ante los ojos atónitos de los
griegos, se despidió de sus familiares regalándoles las numerosas joyas que
portaba, y se arrojó a la pira funeraria del marido.
La “Satí” sólo fue prohibida en la India en 1829 por
los ingleses.
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Portada de una edición francesa editada en 1873 |
Seguramente muchos han leído el libro “La vuelta al
mundo en ochenta días” y recuerdan cómo Phileas
Fogg y Passepartout arriesgan su vida para salvar a la princesa Aouda de ser
incinerada.
El libro fue publicado en 1872, y se suponía que la “Satí”
ya había sido abolida en la India, pero Julio Verne nos recreó magníficamente
el ritual que pasó a nuestro imaginario popular.
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